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Friday, March 29, 2024

La oración, la esperanza en Cristo puede ser nuestra guía en las elecciones este 8 de noviembre

Bishop Andrew Cozzens

Una tarde, hace un par de semanas, estaba llenando mi auto en una gasolinera y un hombre, al que no conocía, se me acercó y dijo: “¡Padre, espero que usted este orando por nuestro país!”, le dije que yo estaba orando, y esperaba que él también. Su sentimiento captura lo que muchos de nosotros sentimos acerca de nuestro país, especialmente en relación con las próximas elecciones. Para los cristianos con conciencia, muchos de nosotros encontramos nuestra nación en un estado de crisis.

Debo reconocer que este año, cuando se trata de votar, me encuentro ante el dilema moral más grande que nunca antes he tenido. Antes que nada, como católico, quiero votar de una manera que defienda el derecho a la vida para todas las personas, especialmente los no nacidos y los vulnerables, ya que este es el más fundamental de los derechos humanos. Además, quiero votar por candidatos que protejan nuestra libertad religiosa, la cual ha sido quebrantada por la administración actual y, parece probable que sea socavada aún más por un explícito sesgo anti-católico visto en esta campaña.

A pesar de que estas polémicas son enormes, no son la única lucha que enfrento. También quiero votar por un candidato que respete la dignidad de los muchos inmigrantes que yo conozco que son personas maravillosas, que contribuyen con nuestra sociedad y con nuestra Iglesia. Aquellos que yo sé que serán unos excelentes ciudadanos, pero que, debido al fracaso de nuestra política migratoria en este país por muchos años, ellos están aquí en el limbo legal sin un camino a la ciudadanía. Creo que ellos se merecen la oportunidad de estar aquí mientras reformamos nuestras leyes migratorias.

Sobre todo, quiero votar por un candidato presidencial en quien pueda confiar. Aunque no espero que los funcionarios electos estén de acuerdo conmigo en cada uno de los asuntos, al menos ser capaz de esperar que tengan el carácter de servir en el mejor interés de la gente de nuestro país.

Desafortunadamente, no creo que podamos confiar en ninguno de los dos candidatos principales a la presidencia para hacerlo.

Por tanto, yo mismo me encuentro, como todos deberíamos estar, impulsados a la oración para discernir cómo votar en estas elecciones. Sé que tengo la obligación moral de votar, sobre todo porque hay tantas elecciones locales que son tan importantes. Pero estoy decepcionado porque será en parte un ejercicio de elegir entre el menor de los males, incluyendo la posibilidad de votar por el candidato de un tercer partido, o no votar en absoluto por el presidente  — que es una forma legítima de ejercer el voto.

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Sé que muchas personas podrían estar en desacuerdo conmigo y decir que es mejor votar en contra del candidato que parece plantear el mayor mal, incluso si usted está votando por un candidato que todavía  encuentra moralmente problemático. Ciertamente entiendo ese punto de vista, y es por eso que invito a todos los católicos a la misma reflexión en oración que yo estoy tratando de hacer con respecto a esta elección. Por favor, visite el sitio web de la Conferencia Católica de Minnesota, http://www.mncatholic.org, que proporciona guías prácticas  que los Católicos deben tener en cuenta en el discernimiento de su voto, además de contener el comunicado de los obispos de Minnesota acerca del año de la elección y la novena que comienza el 30 de octubre y que puede encontrar en los  formatos de impresión y vídeo.

Por favor, no deje que su desaliento acerca de la carrera presidencial le impida votar en las muchas otras elecciones locales importantes. Mucho bien todavía se puede hacer aquí en Minnesota para promover la vida, la libertad y el bien común mediante la elección de los legisladores que comparten nuestros valores.

Sobre todo, vamos a orar por nuestro país. Conozco a muchas personas que están desanimadas y con miedo de lo que pueda pasar después de esta elección. Pero el miedo y el desánimo finalmente  no son opciones reales para nosotros como cristianos. Más bien, estamos llamados a ser personas de esperanza. Sabemos por experiencia que el amor de Jesucristo es, de hecho, el mayor poder en el universo. La historia nos ha enseñado que incluso cuando la sociedad se desvía de ese amor, Jesucristo y su Iglesia siempre permanecen. Donde se encuentra  nuestro país hoy en día, creo que más sufrimiento vendrá a aquellos que buscan sinceramente practicar su fe Católica. Pero este sufrimiento siempre ha sido parte de la vida de la Iglesia.  Y sabemos que, unidos a la muerte de Cristo en la cruz, los sufrimientos que soportamos como parte del cuerpo de Cristo pueden producir grandes frutos.

 


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