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Saint Paul
Friday, March 29, 2024

Apoye a los que están discerniendo su vocación viviendo plenamente la suya

Archbishop Bernard Hebda

Las diócesis en todo Estados Unidos están celebrando la semana Nacional del reconocimiento de las Vocaciones, noviembre 6 al 12, una ocasión para la promoción de las vocaciones al sacerdocio, al diaconado y a la vida consagrada y orando por los que están discerniendo su vocación en la vida. Me siento bendecido de estar en una arquidiócesis que toma en serio la obligación de apoyar a nuestros hermanos y hermanas en su discernimiento al llamado de Dios. Recientemente tuve la oportunidad de organizar una cena Myriam para las mujeres jóvenes que contemplan una vocación a la vida consagrada y una cena Andrew por sus homólogos masculinos y me quedé impresionado en ambas ocasiones por la convicción de nuestros jóvenes que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Su apertura a la posibilidad de que Dios los está llamando a la vida consagrada, el diaconado o al sacerdocio es inspirador.

El Concilio Vaticano II enseña que “el deber de fomentar la vocación afecta a toda la comunidad cristiana y que deben descargarla principalmente viviendo una vida plenamente cristiana.” ¡Qué acertado! La manera más efectiva que podemos apoyar a aquellos que todavía están discerniendo su vocación en la vida es que cada uno vivamos nuestra vocación al máximo, sea lo que sea. El joven que ve a sus padres o abuelos llevando la vida conyugal como una verdadera vocación, confiando en el Dios que los ha llamado al compromiso de toda la vida del matrimonio, va a ser más abierto en confiar en el Señor en el caso que esté siendo llamado a ser un diácono o sacerdote. La joven que tiene una experiencia con las religiosas o sacerdotes que muestran que están satisfechos con su servicio van a estar más interesadas a estar atentas a la inspiración del Espíritu Santo en su propia vida.

Estamos bendecidos en esta arquidiócesis no sólo con los sacerdotes, diáconos y las mujeres y los hombres consagrados llenos de alegría, sino también con los laicos que están en fuego con la fe. Permítanme ofrecer sólo tres ejemplos recientes.

Tuve el privilegio de reunirme con nuestros ministros eclesiales laicos y líderes de la parroquia el 27 de octubre para nuestro “Día de formación de otoño”. Me sentí honrado cuando consideré la amplitud de la contribución que estos hombres y mujeres están haciendo en nuestras parroquias, escuelas y arquidiócesis y su voluntad de trabajar juntos para apoyarse mutuamente.

Sólo unos días después, pasé el día con 1,300 jóvenes discípulos en el “día de jóvenes arquidiocesano”. Mientras me sentí inspirado por su energía y entusiasmo, lo que realmente me impresionó fue el grado en que el día fue guiado por los fieles laicos ministrando aquí en la arquidiócesis. Mientras que la presencia de las religiosas y sacerdotes (¡y obispos!) que ayudaron en el evento se aprecia sinceramente, fueron nuestros ministros de jóvenes laicos y ministros de música que me movieron con sus ideas, su poderosa oración y su visión para la renovación en la arquidiócesis.

Al día siguiente, tuve el privilegio de asistir a un grupo de mujeres y hombres laicos que conducían un retiro de dos días en el centro penitenciario del estado en Lino Lakes. Mientras escuchaba esa noche a los “encarcelados” hablar de lo que habían aprendido del retiro, no pude evitar darle gracias al Señor por la forma en que el Espíritu Santo se había movido en los corazones de los participantes del retiro a través del generoso ministerio de los laicos que habían renunciado a su fin de semana para predicar el Evangelio con la palabra y la acción, algo al que todos estamos llamados a hacer en virtud de nuestro bautismo. Fue un privilegio ser el instrumento del Señor en la misa de la noche, pero me di cuenta una vez más que mi trabajo era meramente complementario al ministerio poderoso y testimonio de que ya había sido ofrecido de manera tan competente por otros.

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Al celebrar la Semana Nacional del reconocimiento de las Vocaciones este año, les pido que se unan a mí no sólo en la oración por aquellos que están discerniendo la llamada de Dios, sino también en acción de gracias por las muchas mujeres y hombres de esta arquidiócesis, que representan una amplia gama de vocaciones, que desempeñan su “deber de fomentar las vocaciones” por “una vida plenamente cristiana.” que su ejemplo inspire a todos nosotros cada día para ser sensibles a los impulsos del Espíritu Santo, que sabe exactamente lo que la Iglesia necesita.

 


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