I was one of the top five sales people in a group of one thousand. I sold cellophane-wrapped caramel corn balls, boxes of candy, wreaths, vegetable and flower seeds, magazine subscriptions and occasionally tickets to win something. Everything I peddled from door to door was for our Catholic school and other parish activities. Yes, I was barely tall enough to ring the doorbell, but as my father used to say about my success in sales, “That kid could sell ice to Eskimos!”
Yo era uno de los cinco mejores vendedores en un grupo de mil. Vendí bolas de maíz acarameladas envueltas en celofán, cajas de dulces, coronas, semillas de vegetales y flores, suscripciones a revistas y, ocasionalmente, boletos para ganar algo. Todo lo que vendía de puerta en puerta era para nuestra escuela católica y otras actividades parroquiales. Sí, apenas era lo suficientemente alto como para tocar el timbre, pero como solía decir mi padre sobre mi éxito en las ventas: "¡Ese niño podría vender hielo a los esquimales!"
The beginning of September always brings me another birthday. While it is somewhat concerning that they seem to be coming more quickly in recent years, I always welcome my birthday as an opportunity to thank God and my parents for the gift of life. That I now legitimately qualify for the senior price reduction at my barber shop has been an additional reason to celebrate this year.
El comienzo de septiembre siempre me trae otro cumpleaños. Si bien es un poco preocupante que parezcan estar llegando más rápido en los últimos años, siempre recibo mi cumpleaños como una oportunidad para agradecer a Dios ya mis padres por el regalo de la vida. Que ahora califico legítimamente para la reducción de precio para adultos mayores en mi barbería ha sido una razón adicional para celebrar este año.
My mother, God rest her soul, always looked forward to Labor Day. It was usually near the birth of the Blessed Virgin Mary on Sept. 8 and my mother’s birthday on Sept. 7. But what my mother most looked forward to about Labor Day was that soon thereafter her children would be back in school. My mother always considered the start of school to be her best birthday present.
Mi madre, Dios descanse su alma, siempre esperaba con ansias el Día del Trabajo. Por lo general, era cerca del nacimiento de la Santísima Virgen María el 8 de septiembre y el cumpleaños de mi madre el 7 de septiembre. Pero lo que mi madre más esperaba del Día del Trabajo era que poco después sus hijos regresarían a la escuela. Mi madre siempre consideró que el comienzo de clases era su mejor regalo de cumpleaños.
My earliest memories are of living in an apartment with my parents in a row house on Pittsburgh’s South Side, a stone’s throw from the mills that had attracted generations of immigrants from Central and Eastern Europe. For a child, South Side was urban living at its best.
Mis primeros recuerdos son de vivir en un departamento con mis padres en una casa adosada en el lado sur de Pittsburgh, a tiro de piedra de los molinos que habían atraído a generaciones de inmigrantes de Europa Central y del Este. Para un niño, South Side era lo mejor de la vida urbana. Podíamos caminar para visitar a mis abuelos y las casas de la mayoría de mis tías, tíos y primos.