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Saint Paul
Thursday, April 18, 2024

El comienzo del año de la gracia en el 2017

Father Donald DeGrood
Father Donald DeGrood
Father Donald DeGrood

Cada año en los Estados Unidos celebramos el comienzo de un nuevo calendario el 1 de enero con festividades de todo tipo, con la esperanza de un gran año nuevo. En nuestra fe católica, celebramos el comienzo de un nuevo año litúrgico en el primer domingo de Adviento, esperando también un gran año nuevo por razones espirituales.

Los años litúrgicos se llaman “años de gracia”, porque las oraciones y liturgias de la Iglesia, tomadas en su conjunto, llevan a los cristianos a través de la vida, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, así como otros momentos clave en la historia de la salvación. El nuevo año litúrgico comienza el 27 de noviembre. Para que nuestro nuevo año litúrgico sea espiritualmente grande – un verdadero “año de gracia” — necesitamos estar listos para la gracia de Dios.

Para ayudarnos a comprender mejor la naturaleza de la gracia, el Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece estas ideas:

  • La gracia es una participación en la vida de Dios (CIC 1997).
  • La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla (CIC 1999).
  • La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor (CIC 2000).
  • Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación (CIC 2000).

Si el año de gracia de 2017 va a ser espiritualmente grande, necesitamos recibir y responder al generoso don de la propia vida de Dios dentro de nosotros a través de la gracia. La forma en que comenzamos nuestra temporada de Adviento y respondamos a la gracia de Dios durante todo el año afectará el resultado de nuestro propio año de gracia. No es que produzcamos ni obtengamos la gracia de Dios, sino que debemos ser recipientes humildes y misericordiosos de la bendición de Dios por medio de la gracia. Hacemos esto disponiéndonos a la voluntad de Dios y siguiendo los movimientos de la gracia en nuestra vida cotidiana.

San Agustín es un gran ejemplo de una persona que finalmente entró en razón y abrió su corazón a Dios. Su historia de conversión es un profundo testimonio del amor misericordioso de Dios, un alma dispuesta a ser humildemente convertida y una madre fiel, Santa Mónica, que oró fervientemente por su conversión. En su famoso libro “La Confesión de San Agustín,” escribe: “Nosotros también trabajamos, pero sólo estamos colaborando con Dios que obra, porque su misericordia nos ha precedido. Se ha ido antes que nosotros para que podamos ser sanados y nos sigue para que una vez sanados, se nos conceda la vida; Va delante de nosotros para que seamos llamados y nos siga para ser glorificados; Va antes para que vivamos devotamente, y nos siga para que siempre podamos vivir con Dios; Porque sin él no podemos hacer nada.”

Mientras nos preparamos para entrar en el año de la gracia del 2017 en el primer domingo de Adviento, que nuestros corazones estén abiertos a la asombrosa gracia que Dios tiene reservada para nosotros. Que podamos también reflexionar con gratitud por las muchas gracias del año de la gracia del 2016, especialmente por su bondadoso don de la misericordia.

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