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Saint Paul
Friday, March 29, 2024

Confía en la autoridad de Dios para convertir el Viernes Santo en Pascua

Father Charles Lachowitzer

Dos trabajadores de una compañía eléctrica tenían órdenes para poner postes de electricidad en el terreno de un granjero local. Desafortunadamente, cuando llegaron a la casa del granjero, este les ordenó que salieran de su tierra. Ellos le  mostraron una serie de documentos que probaban que se les dio el derecho legal de poner los postes.

El granjero se marchó enfurecido  y los trabajadores caminaron por su terreno.

Poco después, un enorme toro, enojado, con los cascos retumbando, se dejó ir a través del campo, haciendo que los trabajadores corrieran por sus vidas. El viejo granjero se sentó en la cerca y gritó: “¡Muéstrenle a él sus papeles!”

El granjero tenía la autoridad para echar a los intrusos fuera de su propiedad. Cuando los trabajadores no escucharon, utilizó un poder mayor. Estoy seguro de que con el tiempo la compañía eléctrica utilizará también un poder mayor: el poder de la ley.

Se estima que en la época de Jesús, había más de 600 leyes religiosas. Era el trabajo de los líderes religiosos, que sabían leer y escribir,  interpretar la ley de Dios tal como se encuentra en la Torá, los primeros cinco libros de la Biblia. El problema era que, el enfoque de la ley se había dirigido más hacia el castigo que a  enseñar un camino hacia una vida mejor. Las leyes se habían convertido en una carga, especialmente para los pobres. El castigo por violar las leyes religiosas variaba entre ser declarado impuro hasta una sentencia de muerte.

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Cuando Jesús comenzó su ministerio público y abrió el libro del profeta Isaías, él reveló que el Mesías es la proclamación de la Buena Nueva, la liberación de todos los que han sido derribados. Jesús cumple con la ley y los profetas, y establece en sí mismo la Nueva Alianza por la transformación de la autoridad de la ley por el poder del bien, sobre todo para los más débiles.

Seguir a Jesús es seguir el corazón de la Torá, amar a Dios, amarnos unos a otros  y a nosotros mismos. Estos son los primeros pasos, los primeros frutos de la vida en Cristo. También nosotros, como discípulos, debemos de aspirar libremente a vivir sus enseñanzas como la autoridad en nuestras vidas.

Dios no manda cosas malas, ni Dios hace que todo desaparezca. Dios envía a Jesús — el poder mayor — para ser la ayuda que necesitamos para pasar por cualquier cosa y por todas las cosas. Cualquier persona que busca un sentido a toda la — muy humana Iglesia, el Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia que es el sacramento de la presencia de Cristo en la tierra, es mucho más grande que cualquier individuo o líder. Seguir a Jesús es evitar que ninguna otra autoridad o poder incluyendo el pecado y la muerte — nos quiten un poquito de  nuestra bondad y dignidad.

Moisés estableció  la Ley de la Alianza para ser la autoridad de Dios en la vida diaria. Cumplimos nuestra parte en la Misa, recibiendo el Cuerpo de Cristo, el cumplimiento perfecto de la ley. En la Misa, Dios continúa honrando el Pacto y transforma los corazones cargados por el peso del mundo. En la Misa, nuestros corazones son  colmados de gracia, amor y paz, para que con el poder de Dios, vayamos adelante para transformar lo que está mal en algo que es bueno.

Mi madre, que en paz descanse, utiliza  una variación de un viejo dicho: “La gracia de Dios puede hacer maravillas, hasta crear un bolso de seda de la oreja de una cerdo.”

Todo se reduce al poder que gobierna nuestras vidas. ¿Le damos demasiado poder al pecado y le permitimos  robarnos de nuestras vidas la alegría, la esperanza y la comunión? ¿O le damos el poder a Dios, que por medio del Espíritu Santo transforma la tragedia de cada Viernes Santo en la alegría de la Pascua?

 


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